El cisne negro
There are known knowns; there are things we know we know. We also know there are known unknowns; there are some things we do not know. But there are also unknown unknowns; the ones we don’t know we don’t know. Donald Rumsfeld.
Según el diario de navegación de la fragata holandesa Geelvink, el 10 de enero de 1697 el explorador Willem de Vlamingh y su tripulación se adentraron en el río Swan, en el oeste de Australia, en misión de rescate del mercante Ridderschap van Holland. No encontraron supervivientes pero sí un elemento extraño: un cisne negro. Hasta aquel momento, en la Europa civilizada, los cisnes eran blancos. Así lo indicaban los registros. Sin embargo, en territorio no cartografíado, había cisnes negros. Willem lo capturó con la intención de exhibirlo pero el pobre animal no sobrevivió el largo viaje. Tampoco sobreviviría Willem de Vlamingh, ligado ya a la ciencia de la incertidumbre.
El cisne negro es la alegoría del peligro desconocido. Un peligro que, aunque silenciado, sigue al acecho.
Nassim Nicholas Taleb, un trader con vocación de filósofo, desarrolló en El cisne negro una teoría para gestionar los riesgos que ignoramos. El inversor, obsesionado con el rol del azar en los mercados, estudió el impacto de tendencias ocultas en los activos que valoraba. Resulta significativo que su libro saliera publicado en abril de 2007, antes de la crisis financiera—una crisis que pocos analistas anticiparon. Un error común es pedirle a Taleb que identifique futuros cisnes negros. Nunca ha sido esta la intención del autor. Su estrategia es justo la contraria: controlar el riesgo (¡no eliminarlo!) construyendo un perfil resiliente al cambio. Salir fortalecido en el caos.
Hablaremos de cisne negro si cumple con las siguientes tres características:
1. Es un suceso inesperado
Nada hacía prever que pudiera suceder.
No obstante, ha sucedido.
Todo discípulo talebiano debe renunciar al instinto de querer entender el mundo. La economía, las decisiones con efectos de segundo orden, será siempre impredecible. El conocimiento es una ilusión, no existen certezas en un sistema dinámico operado por simios irracionales. Nótese que el cisne negro es una sorpresa a ojos del aventurero, quien cree comprender la realidad, no para los aborígenes australes, más humildes intelectualmente. Cuando te pasas de listo, los unknow unknowns te recuerdan tus limitaciones. El peligro no está en aquello que desconoces sino en aquello que desconoces que desconoces. Así ha sido a lo largo de la historia de la humanidad.
2. Tiene un impacto devastador
Que no lo hayamos previsto significa que no estaremos preparados. Una cuestión de tamaño. Los elefantes, no los mosquitos, son más vulnerables a los shocks inesperados.
No necesariamente cierto, si diseñásemos esos grandes sistemas desde el principio de precaución, con el fin de sobrevivir eventos extremos en una distribución de cola larga. Esa es la incertidumbre por cubrir, con políticos que tomasen sus decisiones según la información no disponible, incorporando cisnes negros. ¿Cuál es la utilidad de un modelo que omite riesgos fatales? Caso paradigmático: un macroeconomista, por circunstancias externas, erra su predicción. Publica un tuit preguntando si tenía razón. La reflexión es estúpida porque, si los cisnes negros son una constante, el análisis carece de valor. Es de locos recordarlo: no falla la realidad, el problema es el modelo.
3. Será evidente a posteriori
Ex ante nadie dijo nada.
Ex post todos pueden explicarlo.
La excusa que utilizarán políticos españoles, después de semanas de inacción. Sería un pretexto válido si operaran con información imperfecta, pero tenían los datos de Italia. El sesgo de retrospectiva dice que, una vez descubierto, el cisne negro parece lógico, inevitable. Pero, durante el boom inmobiliario, eran pocos quienes alquilaban su casa. No por mal criterio financiero, más bien por nuestra condición de animales sociales—o el coste de aguantar los comentarios aleccionadores de un vecino hipotecado. Sin convicciones fuertes terminabas subiéndote al carro. El sesgo apareció después del crash. Solo entonces comprendimos la fragilidad de una economía sobreendeudada.
Sufriendo una pandemia que ha paralizado la economía mundial. 2020 se presenta con turbulencias. Y solo estamos en marzo.
Ha llegado el cisne negro pero el juego no consiste en anticiparlo.
La lección de Taleb es otra:
No puedes predecir la crisis. Sí debes estar preparado.
Joan Tubau — Cardinal
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Imagen: Wang Binghua | https://unsplash.com/@wangbinghua