Estructura de torneo
La Universidad de Chicago es una de las instituciones académicas más laureadas. Famosa por su legendario departamento de economía, intelectuales de la talla de Becker, Stigler o Fama, padres de la economía moderna, enseñaron en sus aulas. El campus de estilo gótico, visita obligada en la zona sur de la ciudad, alberga la centenaria Harper Library, en la que Friedman defendió la superioridad moral del mercado. Eso sí, no se alejen demasiado. A dos calles de Hyde Park empieza el barrio de Englewood, con un ratio de homicidios superior al de Nicaragua. Only in America.
La droga era y sigue siendo el negocio de las mafias, un mercado en competencia en el que los soldados pelean por territorio. Las localizaciones, allí donde encontrar a tu cliente, se disputan por la fuerza. El rector aconsejó, en su charla de bienvenida, no acercarse pero Sudhir Venkatesh, estudiante de sociología, hizo caso omiso. Tenía que completar un cuestionario acerca de las bandas, así que pensó: «¡Que respondan los mafiosos!» Ni corto ni perezoso cruzó la calle y se adentró en Englewood, entablando amistad con JT, un cargo intermedio, que compartiría con él un libro de cuentas. El trabajo llegaría al economista Steven Levitt y juntos produjeron el primer paper entretenido en el campo del management: An economic analysis of a drug-selling gang’s finances. La estructura de una organización atípica. Incluyeron, incluso, la escala salarial. El abstract deja claro que el documento no sigue las pautas clásicas.
We use a unique data set detailing the financial activities of a drug-selling street gang to analyze gang economics. On average, earnings in the gang are somewhat above the legitimate labor market alternative. The enormous risks of drug selling, however, more than offset this small wage premium. Compensation within the gang is highly skewed, and the prospect of future riches, not current wages, is the primary economic motivation. The gang engages in repeated gang wars and sometimes prices below marginal cost. Our results suggest that economic factors alone are unlikely to adequately explain individual participation in the gang.
Más tarde, Levitt escribiría Freakonomics, con la ayuda del periodista Steven Dubner, mi libro favorito de economía. Levitt, de mentalidad juguetona, cuenta con una habilidad especial: es bueno haciéndose preguntas extrañas. Encuentra, lógicamente, respuestas interesantes. En uno de sus primeros artículos conectó la reducción de la criminalidad con la legalización del aborto. La hipótesis—tan controvertida como plausible: si nace un niño no deseado aumentarán los delitos 18 años después, edad en la que, estadísticamente, los críos son más problemáticos. Recibió amenazas de fanáticos religiosos, la academia siempre ha sido profesión de riesgo. La lección de Levitt es que, en un sociedad tan conservadora como la actual, seguir tu curiosidad es estrategia ganadora. Tienes que ser valiente, estando abierto a todos los resultados.
Freakonomics, así como su segunda parte Superfreakonomics, es el perfecto manual de introducción a la economía, para ese amigo a quien no le gusta la economía.
El problema del tráfico de crack es el mismo que el de cualquier otra profesión glamurosa: hay un montón de gente compitiendo por un puñado de premios. Ganar mucho dinero en la banda era tan improbable como que la jovencita de la granja de Wisconsin se convirtiese en estrella de cine o que el quarterback de instituto jugase en la NFL. Pero los delincuentes, como todos los demás, responden a incentivos. Si el premio es lo bastante grande, se pondrán en fila en espera de una oportunidad. En la zona sur de Chicago, la gente que quería vender crack superaba con creces el número de esquinas disponibles. Estos señores del crack en ciernes topaban con una máxima laboral inmutable: cuando existe una gran cantidad de gente dispuesta a realizar un trabajo y capaz de hacerlo, por lo general este no está bien remunerado. Ese es uno de los cuatro factores significativos que determinan un salario. Los otros tres son los conocimientos especializados que requiere un trabajo, lo desagradable que sea y la demanda de servicios que satisface. El delicado equilibrio entre estos factores ayuda a explicar por qué, por ejemplo, la prostituta típica gana más que el arquitecto típico. Tal vez se crea que no debería ser así. El arquitecto parece más cualificado (en el sentido habitual de la palabra) y con un mayor nivel educativo (de nuevo, en el sentido habitual). Pero las niñas no crecen soñando con convertirse en prostitutas, así que la provisión de prostitutas potenciales es relativamente pequeña. Sus habilidades, pese a no ser necesariamente «especializadas», se practican en un contexto muy especializado. El trabajo es desagradable y difícil en al menos dos aspectos diferentes: la probabilidad de ser víctima de actos violentos y la oportunidad perdida de tener una vida familiar estable. En cuanto a la demanda: digamos que es más probable que un arquitecto contrate los servicios de una prostituta que viceversa.
¿Por qué los traficantes viven con sus madres?
Así se titula el alocado primer capítulo.
La respuesta es la teoría del torneo.
Un organigrama en el que se paga por debajo de productividad al analista y por encima al directivo, fomentando así la competición por subir la pirámide. Los becarios hacen horas extras no remuneradas conocedores que gana la partida quien demuestra mayor compromiso. La teoría explica por qué algunos traficantes, cobrando menos del salario mínimo, se juegan la vida en las calles de Englewood. Las perspectivas no son buenas, siendo la cárcel o la muerte escenarios factibles, pero saben también que uno de cada cien llegará a capo. Esa gloria temporal [y las escasas alternativas laborales] hará que muchos chavales dejen el instituto para participar en el torneo. La estructura salarial de KPMG funciona de forma similar. ¿Por qué entrar si la esperanza es negativa? Porque, como bien dice Levitt, los premios son altos. La única duda que yo plantearía es si los jugadores están calculando correctamente las probabilidades de ganarlo. Es decir, si conocen el juego al que están jugando. Existe un caso todavía peor: realizar la apuesta sin pensar antes si te gustaría tener la vida de tu jefe. Podría citar algún caso.
Venkatesh publicó también su libro (Gang leader for a day) y, aunque Zuckerberg lo recomendara, mi opinión es que no merece la pena. Freakonomics, en cambio, es una lectura que amuebla la cabeza de un hijo adolescente. La economía en su forma más simple, cuando no utiliza innecesarias fórmulas matemáticas, estudia el rol de los incentivos, los problemas informativos y las curvas de oferta y demanda. La economía es una buena herramienta para entender un mundo complejo, divertido y fascinante.
Joan Tubau — Cardinal
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Imagen: The Wire | https://www.jacobinmag.com/2018/03/the-wire-david-simon-hbo